La depresión se caracteriza por un persistente estado de tristeza, la pérdida de interés en actividades que antes resultaban placenteras, fatiga, una sensación de falta de propósito en la vida, cambios en los patrones de apetito y sueño, sentimientos de desesperanza, y una reducción en la capacidad para desenvolverse en la vida cotidiana. Su gravedad puede variar desde leve hasta grave, y a menudo requiere tratamiento, que puede incluir terapia, medicamentos o una combinación de ambos. Este estado a su vez genera impotencia, culpa y desazón. La depresión influye en el bienestar emocional y físico, y puede tener un impacto significativo en la calidad de vida tanto de quienes la padecen como de sus seres queridos.
En una terapia individualizada y personalizada para tratar la depresión, se exploran y desarrollan recursos adaptados a las necesidades únicas de cada persona, con el objetivo de abordar y reducir los síntomas depresivos. Esto, a su vez, promueve un mayor bienestar emocional, lo que contribuye a una perspectiva de vida más positiva y satisfactoria.
Se ha demostrado la eficacia del tratamiento psicológico para los pacientes con depresión. En algunos casos, según el grado y tipo de depresión, se podrá requerir tratamiento psicofarmacológico.
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